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III. EL NUEVO MUNDO POLÍTICO: EL SISTEMA DE
ESTADOS MEDITERRÁNEOS DURANTE EL SIGLO VI
a) Los reinos germánicos
El postulado de la política exterior de
Justiniano fue la transformada situación política del mundo mediterráneo: el
sistema [197] de estados germánicos sucesores del viejo imperio.
Desde Constantinopla, Occidente ofrecía una imagen polifacética y, en ciertos
aspectos, complicada. En Inglaterra surgieron
numerosos reinos regionales, que se hacían la guerra entre si; Irlanda estaba ampliamente
dominada, en el orden político, por abades y obispos, En grandes zonas de Francia
y Bélgica se había establecido la dinastía franca de los merovingios; al
sudeste de los francos, se encontraba el reino de los burgundios en el sur de
Francia, dominaban los visigodos, pero su territorio se extendía a la mayor parte
de la península Ibérica. El norte de España se hallaba bajo el dominio de los
suevos; África, Sicilia y Cerdeña formaban
el reino de los vándalos. Finalmente, Italia, Dalmacia e Iliria constituían
la zona de soberanía de los ostrogodos. Las fuerzas políticas superiores de
este conjunto de estados germánicos eran los vándalos, los visigodos, los
ostrogodos y los merovingios.
Todos los estados germánicos se encontraron
en sus comienzos ante los mismos problemas fundamentales, provocados por el
choque con el orden estatal, con las formas sociales de vida y con la religión
y la cultura del imperio. La herencia romana forzó
a los germanos a salir de su mundo tribal y ahistórico, para acceder a un modo de
vida regulado por el estado.
Cuando los germanos irrumpieron en el
imperio eran aún, en lo esencial, federaciones de tribus nómadas, relativamente
poco organizadas, cuya unión estaba fundada en el principio personal de la estirpe y de
la adhesión, aún en el caso de que fueran dirigidos por reyes. Ciertas tribus, como
la de los ostrogodos, vivieron mucho tiempo en la zona de irradiación cultural
del Imperio
Romano de Oriente y habían cubierto las primeras etapas de una organización
política desarrollada. Pero, en general, federaciones políticas muy
rudimentarias chocaron con un mundo, cuya estructura administrativa, económica
y social, altamente desarrollada según normas y representaciones
institucionales, estaba organizada de una manera fundamentalmente distinta.
La confrontación con este sistema político
extranjero no era posible evitarla. Del mismo modo, la fundación del estado no podía
significar la simple sustitución de lo existente, porque los germanos
representaban en sus nuevos espacios de soberanía y residencia, casi en todas
partes, una minoría frente a la población romana aborigen. Los romanos de
provincias no fueron oprimidos por éstos a través de una intensiva
colonización, sino que los germanos, como una capa dirigente relativamente reducida,
cubrieron amplias regiones de población romana. [198] No vinieron
como colonos, sino como señores; esto creó de entrada un enfrentamiento político
interior. La
resistencia de la clase alta romana en las provincias, como la testimoniada por Sidonio Apolinar en
Francia o Víctor Vitense en África, se apagó
rápidamente a
la vista de la superioridad militar de los germanos. Pero en la mayor parte de los reinos
surgidos tras la invasión de los bárbaros apareció inicialmente una estructura estatal
dualista, en la que germanos y latinos vivían según sus propias leyes e
instituciones. La oposición entre minoría dominante y súbditos se agudizó a
causa de
un motivo más de continuos roces: casi todos los germanos eran arrianos, mientras que los
antiguos súbditos se mantenían con la fe católica. Además de una población
romanizada, seguían existiendo, también elementos esenciales de la vieja estructura
política y social romano-tardía:
ordenamiento administrativo, comercio y economía agrícola. Teodorico mantuvo el
sistema. romano porque estaba absolutamente convencido de sus ventajas. Pero
también en otros estados germánicos se conservaron diversos aspectos del viejo
sistema administrativo, manteniéndose en sus puestos a
los funcionarios de menor rango, ya fuera por pereza
o porque llegaran al convencimiento de
que éste era el único camino para mantener en pie un orden estatal eficaz. La
continuidad de las formas de vida, como puede comprobarse en la historia de las
ciudades, de la cultura material y de la
estructura social no conoció, inicialmente, ninguna brusca interrupción. No
sólo la capa de los humiliores se mantuvo en su antigua función y posición, también siguieron desempeñando un papel dominante
los grandes terratenientes. El latifundio
en sus formas romano-tardías, con sus relaciones de dependencia y sus métodos
de cultivo, siguió manteniéndose como sistema económico, prescindiendo de ciertos desarrollos técnicos aislados. Nada cambio
en las condiciones de vida de los coloni
ni en la administración de las grandes .fincas de los conductores. Sobre todo, no se realizó ninguna expropiación
sistemática de los antiguos propietarios, aunque la lógica parcialidad de los
afectados oculte esto en ciertas fuentes. La poderosa aristocracia senatorial terrateniente mantuvo, junto a sus propiedades heredadas, su estilo
de vida y su mundo cultural. Esto ejercía, a su vez, una intensa influencia en
la nueva capa de los possessores germánicos,
que administraban sus fincas del mismo modo que sus vecinos romanos. Las formas
tradicionales del latifundismo romano-tardío se acercaban más a la mentalidad de los invasores germánicos
que cualquier sistema económico basado
en e! cálculo de la rentabilidad. De ahí
que el grupo de los viejos y de los nuevos señores se uniesen [199]
con relativa rapidez: el interés de clase de esta pequeña capa de familias
nobles impidió todo cambio fundamental del orden social. Para los mismos graves
problemas con los que se encontraba cada uno de los nuevos estados se
produjeron muy diversas soluciones. Cómo en estas soluciones, los estados
germánicos se diferenciaban también notablemente en la duración de su
existencia.
b) Los
vándalos en África (429-534)
c) Los
ostrogodos en Italia (493-553)
d) El
reino de los visigodos
e) Los
burgundios
f) El
reino franco de los merovingios
[……………]
g) Los
germanos y la tradición romano-tardía
Los Estados germanizados, surgidos del
encuentro con el Imperio, constituyeron, por su propio ordenamiento, estructura
social, formas económicas y cultura, un tipo característico. Común a todos
estos Estados, con excepción del reino franco, es, al menos en sus comienzos,
una «estructura estatal dualista», legado de la oposición confesional entre católicos
y arrianos. La unión de ambos grupos de población venía siendo garantizada por
una monarquía de carácter absolutista, que ejercía su poder mediante una
administración civil laica. En todas partes se conservó, en sus rasgos
fundamentales, la infraestructura de la administración romana, el sistema de
impuestos y la constituci6n "de la civitas.
Se mantuvo una economía monetaria fundamentada en el solidus de oro bizantino o en la moneda de acuñación local que la
tomaba como modelo. La autoridad regia se daba en la propiedad de tierras y
también en el cobro de impuestos para el fisco y para la caja privada del rey.
Después de superada la confusión inicial, vuelve a entrar en juego la forma
económica y la infraestructura social de la época romano-tardía que se muestra
extraordinariamente consistente. La tendencia a la transformación de la
economía en economía agraria se mantiene, aunque las ciudades con su industria
y comercio siguen jugando un papel importante en la vida económica. La
subsistencia del latifundio, y con él, de parte de la antigua nobleza
senatorial es un elemento adicional de la continuidad que suele observarse
frecuentemente en la historia de las colonizaciones y que se hace visible en la
persistencia inalterada de las clases bajas. Es de gran interés en este
contexto la evolución jurídica: cuanto más se contrastan las recopilaciones jurídicas
de los estados germanos con la política jurídica unitaria y clasista de Justiniano, tanto más claramente
se manifiesta que el triunfo del derecho vulgar constituye una tendencia
completamente romano-tardía.
La cultura y el arte de la
época son, en sus rasgos fundamentales, romano-tardíos, pese a la influencia
ejercida por la ornamentación germana y persa (traída de Oriente a Occidente, a
través de las poblaciones germanas en migración) en las artes [228] menores;
las influencias extrañas que más intensamente se hacen notar son las bizantinas
y orientales. También la cultura y la poesía profanas presentan una síntesis
típica del clasicismo romano-tardío y del cristianismo. La Iglesia no tiene aún el
monopolio de la tradición cultural y espiritual, aunque se perciben ciertos
indicios de ello. El latín se transforma visiblemente, pero la interpretación
de este proceso como barbarización o decadencia se deriva de una perspectiva
errónea. El latín vulgar, como lengua del pueblo, crea un elemento de unidad
entre germanos y latinos. Así pasa por una evolución nueva y viva, que corresponde
a la creciente helenización lingüística en el oriente; pero, a diferencia de lo
ocurrido en la Edad Media ,
no ha conocido aún coexistencia alguna de una lengua popular y otra literaria.
Sin duda, el mundo latino ha experimentado pérdidas: Pomerania, grandes zonas
de Nórica, la región renana oriental y Britania. Pero, en general, se conservó
en Occidente su ordenación de la vida espiritual y política. Los germanos que
se asentaron en el antiguo suelo imperial fueron absorbidos por éste, así como
su cultura. Los Estados germanizados «sólo
pueden comprenderse en su estrecha vinculación con las premisas y elementos de la Antigüedad tardía (...
). Lo nuevo, que indudablemente existe, se manifiesta en la aparición de la
población germánica triunfante en el territorio del imperio romano, pero pronto
demostrará no ser lo suficientemente vigoroso como para destruir la vieja
tradición o darle una dirección completamente distinta»
Los germanos constituyen
minorías que son incapaces de destruir la estructura romano-tardía y bizantina
y de sustituirla por algo nuevo. Las viejas formas de vida subsisten bajo los
nuevos reyes, aunque sólo en parte. La
sociedad y la cultura, así como también el orden administrativo del imperio
romano-tardío se muestran inusitadamente resistentes en su lento proceso de
degeneración. De ello dan testimonio los contemporáneos. En sus poesías,
Venancio Fortunato opone la «Romania» a la «Barbarie». El franco o el godo
romanizados se sentían miembros y defensores de la «Romania» frente al mundo de
las poblaciones germanas bárbaras aún incivilizadas (o no católicas). que se
encontraban más allá de las fronteras de sus propios reinos.
Pese a la estrecha vinculación con la cultura
bizantina, existe una creciente diferenciación entre Oriente y Occidente,
dentro de la unidad mediterránea. Del mismo modo que la latinización del
imperio bizantino por Justiniano resultó un fracaso, así también [229]
en Occidente, se fue perdiendo ya desde el siglo V, el conocimiento, de lo griego y con ello1a íntima relación con la literatura clásica latina y griega cristiana.
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