lunes, 9 de mayo de 2016

III. EL NUEVO MUNDO POLÍTICO: EL SISTEMA DE ESTADOS MEDITERRÁNEOS DURANTE EL SIGLO VI - Maier, Franz G.; Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III – VIII,

Maier, Franz G.; Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III – VIII, Editorial Siglo XXI Editores, Madrid, 1994.

 
 



III. EL NUEVO MUNDO POLÍTICO: EL SISTEMA DE ESTADOS MEDITERRÁNEOS DURANTE EL SIGLO VI
a) Los reinos germánicos
   El postulado de la política exterior de Justiniano fue la transformada situación política del mundo mediterráneo: el sistema [197] de estados germánicos sucesores del viejo imperio. Desde Constantinopla, Occidente ofrecía una imagen polifacética y, en ciertos aspectos, complicada.  En Inglaterra surgieron numerosos reinos regionales, que se hacían la guerra entre si; Irlanda estaba ampliamente dominada, en el orden político, por abades y obispos, En grandes zonas de Francia y Bélgica se había establecido la dinastía franca de los merovingios; al sudeste de los francos, se encontraba el reino de los burgundios en el sur de Francia, dominaban los visigodos, pero su territorio se extendía a la mayor parte de la península Ibérica. El norte de España se hallaba bajo el dominio de los suevos; África, Sicilia y Cerdeña formaban  el reino de los vándalos. Finalmente, Italia, Dalmacia e Iliria constituían la zona de soberanía de los ostrogodos. Las fuerzas políticas superiores de este conjunto de estados germánicos eran los vándalos, los visigodos, los ostrogodos y los merovingios.   
    Todos los estados germánicos se encontraron en sus comienzos ante los mismos problemas fundamentales, provocados por el choque con el orden estatal, con las formas sociales de vida y con la religión y la cultura del imperio. La herencia romana  forzó a los germanos a salir de su mundo tribal y ahistórico, para acceder a un modo de vida regulado por el estado.
   Cuando los germanos irrumpieron en el imperio eran aún, en lo esencial, federaciones de tribus nómadas, relativamente poco organizadas, cuya unión estaba fundada en el principio personal de la estirpe y de la adhesión, aún en el caso de que fueran dirigidos por reyes. Ciertas tribus, como la de los ostrogodos, vivieron mucho tiempo en la zona de irradiación cultural del Imperio Romano de Oriente y habían cubierto las primeras etapas de una organización política desarrollada. Pero, en general, federaciones políticas muy rudimentarias chocaron con un mundo, cuya estructura administrativa, económica y social, altamente desarrollada según normas y representaciones institucionales, estaba organizada de una manera fundamentalmente distinta.
   La confrontación con este sistema político extranjero no era posible evitarla. Del mismo modo, la fundación del estado no podía significar la simple sustitución de lo existente, porque los germanos representaban en sus nuevos espacios de soberanía y residencia, casi en todas partes, una minoría frente a la población romana aborigen. Los romanos de provincias no fueron oprimidos por éstos a través de una intensiva colonización, sino que los germanos, como una capa dirigente relativamente reducida, cubrieron amplias regiones de población romana. [198] No vinieron como colonos, sino como señores; esto creó de entrada un enfrentamiento político interior. La resistencia de la clase alta romana en las provincias, como la testimoniada por Sidonio Apolinar en Francia o Víctor Vitense en  África, se apagó rápidamente a la vista de la superioridad militar de los germanos. Pero en la mayor parte de los reinos surgidos tras la invasión de los bárbaros apareció inicialmente una estructura estatal dualista, en la que germanos y latinos vivían según sus propias leyes e instituciones. La oposición entre minoría dominante y súbditos se agudizó a causa de un motivo más de continuos roces: casi todos los germanos eran arrianos, mientras que los antiguos súbditos se mantenían con la fe católica. Además de una población romanizada, seguían existiendo, también elementos esenciales de la vieja estructura política  y social romano-tardía: ordenamiento administrativo, comercio y  economía agrícola. Teodorico mantuvo el sistema. romano porque estaba absolutamente convencido de sus ventajas. Pero también en otros estados germánicos se conservaron diversos aspectos del viejo sistema administrativo, manteniéndose en sus puestos a
 los funcionarios de menor rango, ya fuera por pereza o porque  llegaran al convencimiento de que éste era el único camino para mantener en pie un orden estatal eficaz. La continuidad de las formas de vida, como puede comprobarse en la historia de las  ciudades, de la cultura material y de la estructura social no conoció, inicialmente, ninguna brusca interrupción. No sólo la capa  de los humiliores se mantuvo en su antigua función y posición,  también siguieron desempeñando un papel dominante los grandes  terratenientes. El latifundio en sus formas romano-tardías, con sus relaciones de dependencia y sus métodos de cultivo, siguió manteniéndose como sistema económico, prescindiendo de  ciertos desarrollos técnicos aislados. Nada cambio en las condiciones de vida de los coloni ni en la administración de las grandes .fincas de los conductores. Sobre todo, no se realizó ninguna expropiación sistemática de los antiguos propietarios, aunque la lógica parcialidad de los afectados oculte esto en ciertas fuentes. La poderosa aristocracia senatorial  terrateniente mantuvo,  junto a sus propiedades heredadas, su estilo de vida y su mundo cultural. Esto ejercía, a su vez, una intensa influencia en la nueva capa de los possessores germánicos, que administraban sus fincas del mismo modo que sus vecinos romanos. Las formas tradicionales del latifundismo romano-tardío se acercaban  más a la mentalidad de los invasores germánicos que cualquier  sistema económico basado en e! cálculo de la rentabilidad. De  ahí que el grupo de los viejos y de los nuevos señores se uniesen [199] con relativa rapidez: el interés de clase de esta pequeña capa de familias nobles impidió todo cambio fundamental del orden social. Para los mismos graves problemas con los que se encontraba cada uno de los nuevos estados se produjeron muy diversas soluciones. Cómo en estas soluciones, los estados germánicos se diferenciaban también notablemente en la duración de su existencia.

b) Los vándalos en África (429-534)
c) Los ostrogodos en Italia (493-553)
d) El reino de los visigodos
e) Los burgundios
f) El reino franco de los merovingios


                                                           [……………]
g) Los germanos y la tradición romano-tardía
   Los Estados germanizados, surgidos del encuentro con el Imperio, constituyeron, por su propio ordenamiento, estructura social, formas económicas y cultura, un tipo característico. Común a todos estos Estados, con excepción del reino franco, es, al menos en sus comienzos, una «estructura estatal dualista», legado de la oposición confesional entre católicos y arrianos. La unión de ambos grupos de población venía siendo garantizada por una monarquía de carácter absolutista, que ejercía su poder mediante una administración civil laica. En todas partes se conservó, en sus rasgos fundamentales, la infraestructura de la administración romana, el sistema de impuestos y la constituci6n "de la civitas. Se mantuvo una economía monetaria fundamentada en el solidus de oro bizantino o en la moneda de acuñación local que la tomaba como modelo. La autoridad regia se daba en la propiedad de tierras y también en el cobro de impuestos para el fisco y para la caja privada del rey. Después de superada la confusión inicial, vuelve a entrar en juego la forma económica y la infraestructura social de la época romano-tardía que se muestra extraordinariamente consistente. La tendencia a la transformación de la economía en economía agraria se mantiene, aunque las ciudades con su industria y comercio siguen jugando un papel importante en la vida económica. La subsistencia del latifundio, y con él, de parte de la antigua nobleza senatorial es un elemento adicional de la continuidad que suele observarse frecuentemente en la historia de las colonizaciones y que se hace visible en la persistencia inalterada de las clases bajas. Es de gran interés en este contexto la evolución jurídica: cuanto más se contrastan las recopilaciones jurídicas de los estados germanos con la política jurídica unitaria  y clasista de Justiniano, tanto más claramente se manifiesta que el triunfo del derecho vulgar constituye una tendencia completamente romano-tardía.


    La Iglesia sigue jugando un papel importante en el ordenamiento de la vida terrena a pesar de las múltiples disensiones político-religiosas, debidas a las diferencias confesionales. Nada cambia de la tradición romana en lo que respecta a la organización y la doctrina. Conserva además su importancia económica basada en extensas propiedades territoriales y en su peso social. Nadie discute la suprema autoridad del rey sobre la Iglesia, comparable a la que ejercían los emperadores romano-tardíos; el rey designaba a los obispos, convocaba los sínodos, y, con frecuencia, tomaba parte personalmente en ellos.
   La cultura y el arte de la época son, en sus rasgos fundamentales, romano-tardíos, pese a la influencia ejercida por la ornamentación germana y persa (traída de Oriente a Occidente, a través de las poblaciones germanas en migración) en las artes   [228]  menores; las influencias extrañas que más intensamente se hacen notar son las bizantinas y orientales. También la cultura y la poesía profanas presentan una síntesis típica del clasicismo romano-tardío y del cristianismo. La Iglesia no tiene aún el monopolio de la tradición cultural y espiritual, aunque se perciben ciertos indicios de ello. El latín se transforma visiblemente, pero la interpretación de este proceso como barbarización o decadencia se deriva de una perspectiva errónea. El latín vulgar, como lengua del pueblo, crea un elemento de unidad entre germanos y latinos. Así pasa por una evolución nueva y viva, que corresponde a la creciente helenización lingüística en el oriente; pero, a diferencia de lo ocurrido en la Edad Media, no ha conocido aún coexistencia alguna de una lengua popular y otra literaria. Sin duda, el mundo latino ha experimentado pérdidas: Pomerania, grandes zonas de Nórica, la región renana oriental y Britania. Pero, en general, se conservó en Occidente su ordenación de la vida espiritual y política. Los germanos que se asentaron en el antiguo suelo imperial fueron absorbidos por éste, así como su cultura. Los Estados germanizados «sólo pueden comprenderse en su estrecha vinculación con las premisas y elementos de la Antigüedad tardía (... ). Lo nuevo, que indudablemente existe, se manifiesta en la aparición de la población germánica triunfante en el territorio del imperio romano, pero pronto demostrará no ser lo suficientemente vigoroso como para destruir la vieja tradición o darle una dirección completamente distinta»
     Los germanos constituyen minorías que son incapaces de destruir la estructura romano-tardía y bizantina y de sustituirla por algo nuevo. Las viejas formas de vida subsisten bajo los nuevos reyes,  aunque sólo en parte. La sociedad y la cultura, así como también el orden administrativo del imperio romano-tardío se muestran inusitadamente resistentes en su lento proceso de degeneración. De ello dan testimonio los contemporáneos. En sus poesías, Venancio Fortunato opone la «Romania» a la «Barbarie». El franco o el godo romanizados se sentían miembros y defensores de la «Romania» frente al mundo de las poblaciones germanas bárbaras aún incivilizadas (o no católicas). que se encontraban más allá de las fronteras de sus propios reinos.

  Pese a  la estrecha vinculación con la cultura bizantina, existe una creciente diferenciación entre Oriente y Occidente, dentro de la unidad mediterránea. Del mismo modo que la latinización del imperio bizantino por Justiniano resultó un fracaso, así también [229] en Occidente, se fue perdiendo ya desde el siglo V,  el conocimiento, de lo griego y  con ello1a íntima relación con la  literatura clásica latina y griega cristiana.

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